- Es saber que no hemos aprovechado el tiempo.
Que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, y esta vez, quizá nos
confundimos de anden, quizá esperamos algo, que nunca llegue, o que
definitivamente pasó. Es tener en la cabeza mil preguntas, y cada respuesta es
una pregunta más. Cúmulo de sentimientos y emociones, esos que de vez en
cuando, te juegan una mala pasada. Sentimientos, que te arrancan alguna
lágrima, y que te hacen reflexionar tanto, que en ocasiones no sabes ni de
dónde vienes, ni a dónde quieres llegar. Eso es lo que nos acaba acojonando, no
saber responder a cada una de nuestras dudas, mostrar pasividad, y ser tan
cobardes de no preguntar. Confusión es lo que ocasiona. Como si se tratase de
estar en medio de un laberinto, con numerosas salidas, y aún no sabes cuál de
ella es la correcta, cuál de ella es la que debes tomar. Lo único que sabes, es
que elegir una salida u otra, implica perder las demás oportunidades, el caso,
es saber si estás preparado. Preparado, para enfrentarte cada día a nuevos
retos, y nuevas experiencias, preparado para luchar, echarle valor, ganas y
fuerza, no dejarte ganar por el tiempo o la distancia, al menos, competir
contra ellos. Está bien, es mucho más fácil, darse por vencido antes de haber
comenzado la batalla, ahorrarse los esfuerzos y así no morir en el intento.
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