sábado, 25 de agosto de 2012

Todo tiene una explicacion

 
Cada vez que he hecho daño, que he sido infiel o no he cumplido mis promesas, cada vez que he vivido demasiado deprisa, cada vez que he convertido en polvo las ilusiones ajenas y he dejado tierra quemada a mi paso, lo he hecho -siempre- por un sólo motivo: El miedo a no tener ningún sobresalto más en la calma que otorga la cómoda rutina.
Soy de ese tipo de chicas que no hayan sosiego en la piel de la costumbre, no soy amiga de los contratos donde se esconde el tedio, no conduzco bien por los carriles de la monotonía.
Mis semanas necesitan -a veces- alguna herida, algún golpe la línea de flotación. (De este extraño modo me equilibro). Nunca me gustaron demasiado los abrazos rutinarios, el sexo cansado de los mayores, los caminos andados. Así que por favor, te lo pido por favor, alguna vez haz como que no me quieres, sólo por un rato y ya verás lo mucho que yo te vuelvo a querer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario