Nos empeñamos en no amar el amor, pero no podemos evitar amarlo.
Nos gustan las películas románticas de los años 20 y admiramos profundamente a los abuelos que se aman desde siempre y para siempre. Sin embargo, las relaciones ahora están tan banalizadas… Cuando decidimos que la diversión personal está por encima de querer querer al prójimo, algo no funciona en el ser humano. Queremos tener todo pero no ofrecer nada. “Sin compromiso”, “No quiero nada serio”, “No es mi momento”. Son alguna de las frases estrella que te lanzan de primeras, sin anestesia. Sin tiempo de conocerse, sin tiempo de saber cómo es la otra persona. Un NO rotundo al Amor, con firmeza. Hay veces que entran ganas de salir corriendo, ¿Quién dice que la otra persona sí esté buscando su media naranja YA? Ni siquiera deja un mínimo resquicio a saber si realmente pudiera ser quien tienes enfrente tu media naranja, o tu medio limón. Ahora sólo hacen falta un par de cervezas y no invertir el tiempo necesario para llegar a saber si te gusta. Si le gustas. Siempre deprisa, lo más rápido posible para llegar a intimar sin intimidad. Sólo sexo, sin importar los sentimientos. Luego lloran. Ellos que jamás encontrarán a una mujer con la que asentar cabeza, porque a todas les gusta mucho tontear, porque tienen cinco conversaciones abiertas a la vez con cinco chicos diferentes, porque hoy quedan con uno y mañana con otro, y “si tengo suerte hoy quedará conmigo”. Ellas porque son todos unos cerdos, “no saben valorarme”, solo quieren sexo y “yo no soy de esas”. Pero la realidad es que ellos hacen exactamente lo que critican. Y ellas sí son de esas. Las relaciones se complican porque queremos que se compliquen, porque nos hacemos egoístas y sólo queremos pasarlo lo mejor posible, sin tener en cuenta a quien tenemos al lado. Hasta que llegue. Y cuando llega, hay quienes quieren evitarlo. Cerrarse en banda, convencerse de que están mejor solos, que no merece la pena porque te van a fallar. Son unos cobardes. Y ellas, abandonándose a lo primero que se le presente medio qué, porque todas sus amigas tienen algo y “yo estoy sola”.
Nos obcecamos en hacer difícil algo que realmente no lo es, porque cuando se hace difícil, significa que quizá no sea lo tuyo. Si te gusta, demuéstraselo. Si quieres estar con ella, demuéstraselo. Si te arrepientes de haberle fallado, demuéstraselo. Pero no seáis necios y orgullosos. Sobre todo, no seáis cobardes.
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